Creo que Dios nos ha dado un corazón más grande que el de cualquier madre", dijo la hermana Mari. Cada día, ella y otra hermana viajan largas distancias para visitar a las familias de su diócesis en Perú. "A veces nos encontramos con mucha infelicidad en las familias, nuestra visita les reconforta, y dicen que se sienten bendecidos porque nos tomamos parte de nuestro tiempo para estar con ellos. Los viernes traemos la Sagrada Comunión para los ancianos